Entre Àfrica, Amèrica Llatina i Mallorca, circulen informacions diverses que poden ajudar a incidir, d'alguna manera, en l'enfortiment de la societat civil arreu dels Països Catalans. M'agradaria fer-hi algunes passes amb aquest blog A càrrec de: www.cecili.cat
evamarilen | 30 Juliol, 2006 17:12 |
A finals d'enguany una ciutat peruana, situada a la costa de l'oceà Pacífic, commemora el primer centenari de la seva fundació.
És la ciutat de Chimbote, en altre temps un dels principals ports pesquers d'Amèrica Llatina, amb una de les més grans centrals siderúrgiques del continent.
He tengut la gran sort de treballar-hi a finals de la dècada dels anys 70; i, amb motiu d'aquest primer centenari, se'm demana una col·laboració escrita, que reproduesc en aquest blog, perquè pugui arribar a qui desitgi endinsar-s'hi.
Serveixi aquest escrit de modest i senzill homenatge a les dones i els homes chimbotans que donen la seva vida perquè les generacions futures hi puguin viure millor.
Iglesia de Chimbote, en lucha por su pueblo
Me llamo Cecili Buele i Ramis. Soy catalán. Nací el 4 de diciembre de 1944 en la isla de Mallorca (Europa), hijo de padre africano (un negro originario de Guinea Ecuatorial) y de madre europea (una mujer blanca originaria de Mallorca).
Fuí ordenado sacerdote católico, el 18 de junio de 1968, por Mons. Rafael Álvarez Lara, Obispo de la diócesis mallorquina.
Mi contacto y convivencia con el pueblo chimbotano se produce a raíz de mi estancia en Perú a finales de la década de los años 70, siendo Prelado de esa Jurisdicción Eclesiástica Mons. Carlos Santiago Burke, O.P., poco antes de que éste renuncie al cargo que viene ejerciendo en los 16 años precedentes.
Llego a Chimbote, después de ejercer en la ciudad norteña de Piura como Párroco de Nuestra Señora del Rosario, en el Pueblo Joven San Martín, y como Capellán de la Escuela Normal Superior de Varones ‘Almirante Miguel Grau’.
Dos nombramientos eclesiásticos que me concede Mons. Erasmo Hinojosa Hurtado, Arzobispo-Obispo de la Arquidiócesis de Piura-Tumbes.
Se me ofrece por aquel entonces la oportunidad de continuar ejerciendo mi labor pastoral y docente en la Prelatura de Chimbote, invitado por su prelado Mons. Burke, quien me señala y encarga tareas a realizar en la Parroquia del Señor Crucificado (Santa) y el Instituto Nacional Agropecuario del Valle del Santa y Lacramarca, respectivamente.
Asimismo, durante los tres años de intensa actividad pastoral que desarrollo en Chimbote, tengo la oportunidad de colaborar en otras labores relacionadas con la animación del Centro de Intercomunicación Social (C.IN.CO.S), creado y mantenido por compañeros mallorquines, como Miguel Mulet, Miguel Company, Anselmo Álvarez, Bartolomé Morey o Francisco Suárez, entre otros.
Precisamente, con el fin de optar al título de Profesor de Educación Secundaria en la especialidad de Religión y Filosofía, formo parte del grupo de cinco agentes pastorales que elaboramos y presentamos la tesis –defendida en la Escuela Normal Superior ‘Marcelino Champagnat’ de Chosica el año 1977- bajo título “C.I.N.C.O.S. una experiencia pastoral en medios de comunicación social”.
De hecho, ya desde los mismos inicios del trabajo, reconocemos explícitamente dedicar nuestro estudio “Al pueblo chimbotano que lucha por su liberación. Al pueblo de Chimbote que nos ha hecho descubrir una nueva presencia de Cristo en su seno y del cual hemos aprendido a comprender mejor el mensaje evangélico de amor al prójimo”.
En dicha tesis, sostenemos que es preciso percibir con mayor detalle, en el interior de la Iglesia Católica, los alcances y las posibilidades del uso de los Medios de Comunicación Social como vehículos de transmisión del mensaje cristiano.
Se trata de una modesta aportación de sugerencias que pretende contribuir a enriquecer experiencias diversas que surgen en el Perú de los años 70, con el propósito de implantar medios de comunicación al servicio de la transmisión del Evangelio.
Mantenemos la firme convicción de que dichos medios de comunicación social, debidamente utilizados, pueden irse convirtiendo en eficientes instrumentos pastorales de evangelización.
Fundamentamos dicha afirmación, precisamente, en los resultados objetivos y reales que conlleva la experiencia pastoral llevada a cabo desde CINCOS, el Centro de Intercomunicación Social que por aquel entonces opera en la Prelatura de Chimbote desde algunos años atrás.
Partimos de la base, evidente y diariamente constatable, de que los medios de comunicación social o masivos se encargan de transmitir los valores y la ideología de las clases o sectores dominantes de la sociedad; y que a través de ellos se crea una opinión, una justificación y una imagen de la sociedad que los genera.
La presentación y sustentación de la tesis en la Escuela Normal Superior ‘Marcelino Champagnat’ de Chosica, el 17 de diciembre de 1977, coincide justamente con uno de los hechos más notorios que se producen en aquella época: los 52 días de lucha continuada, llevada a cabo por el movimiento popular y sindical del país, protagonizada por la población residente en la ciudad de Chimbote y toda la provincia del Santa –entre el 6 de Diciembre de 1977 y el 26 de enero de 1978-.
Se la considera por aquel entonces como la más larga de las huelgas producidas a lo largo de la historia en Sider Perú.
Son 52 días de lucha constante, no sólo de los siderúrgicos sino de todo el pueblo chimbotano, que se convierten en una Huelga Provincial Indefinida, acompañada de sucesivos paros totales de 24, 48 y 72 horas; y con una participación popular que no puedo dejar de considerar como una de las experiencias más ricas y positivas que he tenido la suerte de vivir de cerca, tanto en el ámbito personal como en el pastoral.
En esa ocasión, tengo la oportunidad única de ejercer mi máxima labor pastoral, al ser nombrado Vicario General de la Prelatura de Chimbote, con todos los derechos y obligaciones inherentes al cargo, por parte del Obispo Mons. Carlos Santiago Burke, con motivo de su viaje a Estados Unidos.
Un cargo eclesiástico al más alto nivel diocesano, que me veo en la imperiosa necesidad de tener que ejercer en condiciones difíciles y complejas, con no pocas dificultades de índole diversa.
Se me encomienda, entre otras, la tarea de llevar a cabo una misión tan delicada como la de servir de canal y puente de unión entre distintas organizaciones populares, sindicales, sociales y políticas, por un lado, y las propias autoridades civiles y militares del Departamento, por otro.
Una misión que me siento muy orgulloso de haber podido desempeñar, sobre todo, gracias a la intensa colaboración de todos y cada uno de los miembros de la que por aquel entonces constituye la Comisión de Justicia Social de la Prelatura de Chimbote -una de las comisiones pastorales más activas y dinámicas del entorno eclesiástico- que se posiciona claramente a favor de las clases populares más humildes y llega a manifestar públicamente -para sorpresa de algunos y alegría de muchos otros-: “Esta plataforma de lucha es legítima. La huelga indefinida es totalmente justa”.
No en balde se recoge en el pliego petitorio que redacta una Comisión, con la firma de los Secretarios Generales de diversas organizaciones sindicales y moradores de Pueblos Jóvenes, que “en el TRATO DIRECTO con el conjunto de las Autoridades Políticas y de Trabajo de la Región, en lo inmediato, se sugiere como mediador al Señor Obispo a fin de poder viabilizar una adecuada solución a los problemas”.
También me veo obligado entonces a de tener que intervenir, muy directamente y con gran firmeza, -suaviter in modo, fortiter in re- en el caso dramático y doloroso que comporta la obtención de los permisos necesarios para que las autoridades civiles y militares chimbotanas entreguen a los familiares los restos mortales del cadáver de un joven que muere asesinado a tiros por la policía, y que llega a permanecer en paradero desconocido durante más de tres semanas seguidas.
O a la hora de tener que dar explicaciones públicas sobre el contenido de una “Carta al pueblo de Chimbote” en la que Mons. Carlos Santiago Burke califica de justos los reclamos de los trabajadores, y condena enérgicamente tanto el comportamiento de la empresa, como del Ministerio de Industria, los medios de comunicación y muy especialmente la actitud de las fuerzas del orden.
Son tantas y tan duras las acciones represivas y sanguinarias que realizan en Chimbote las fuerzas del orden enviadas con tal motivo desde los más diversos enclaves del territorio, que el Sr. Obispo, juntamente con representantes de otros estamentos civiles, tienen que responder públicamente con su rechazo más enérgico.
Transcurridas tres décadas, aun me sigue resultando imposible olvidar todo este cúmulo de experiencias vividas tan intensamente en Chimbote. Son y serán siempre para mí del todo inolvidables.
El paso del tiempo no consigue borrar en lo más mínimo las huellas profundas que deja en mí la vivencia profunda e intensa de una experiencia tan rica y enriquecedora, fruto del trabajo apasionadamente interesante, compartido y comprometido con la realidad mayoritaria de la sociedad chimbotana.
A pesar de la distancia en el tiempo y en el espacio, sigo manteniendo muy vivo el recuerdo de la colaboración que, en esta labor, tengo y recibo de parte de compañeros y compañeras, tanto religiosos como laicos.
Su dedicación profunda a la causa de los sectores más pobres y marginales de la sociedad chimbotana dejan en mí una huella tan indeleble que aún hoy en día perdura y se mantiene fuertemente remarcada.
Recuerdo perfectamente que entre las organizaciones populares que impulsan la huelga aparece el llamado Comité Coordinador de Organizaciones Sindicales y Populares de Ancash (CCOSPA), conformado por entidades diversas.
Como es el caso de la Federación Única de Pueblos Jóvenes (FUPPJJ), PICSA Astilleros, Bancarios, Federación de Sindicatos de Trabajadores de Ancash (FESIDETA), Sindicato Único de Trabajadores de la Planta Sider Perú (SUTPS), Sindicato de Empleados de la Planta Siderúrgica (SEPS), Construcción Civil, Electro Cerámica, Campesinos del Valle de Santa, Pescadores, PROLANSA, Canillitas, Artistas Populares, Obreros Municipales, etc.
También recuerdo perfectamente, como claramente destacable entre las organizaciones barriales más dinámicas el Comité de Damas, formado por mujeres de los Pueblos Jóvenes y esposas de los siderúrgicos, que se encarga de la Olla Común.
Dedicándose a organizar marchas de mujeres siderúrgicas, junto con el ejemplo de las juventudes universitarias, además, trabaja muy duro en los barrios chimbotanos, animando a la gente a mantenerse en la lucha.
Se trata de un Comité muy activo que depende del comité de lucha barrial bajo la responsabilidad de un coordinador general del sindicato responsable de todos los comités de lucha barriales.
Recuerdo también cómo se va percibiendo claramente, a lo largo de los días de lucha que van transcurriendo a cual más duro, la intensa labor que despliegan los diversos comités de lucha en los barrios.
Y cómo llegan a tener un papel decisivo en el desarrollo de los acontecimientos los sindicatos campesinos, las movilizaciones de las organizaciones campesinas del Valle del Santa, los mercados cooperativos, los ranchitos de ollas comunes, -instalación de ollas comunes en muchos de los barrios que contribuyen a forzar a sus integrantes en la búsqueda de soluciones comunes a problemas comunes-, las direcciones sindicales, las asociaciones, cámaras, federaciones y sociedades.
Como también las asambleas y mítines populares, que en alguna ocasión llegan a ser calificadas de “multimillonarias” (unas 10.000 personas) en la Plaza de Armas!
No se me van a borrar nunca de mi memoria las imágenes terroríficas de la presencia militar de la Infantería de Marina con su aspecto amenazante patrullando las calles de la ciudad; ni la implantación del estado de emergencia y el toque de queda en Chimbote; ni la llegada de refuerzos de guardia de asalto desde la ciudad de Trujillo; ni los enfrentamientos públicos mantenidos con las fuerzas policiales, la PIP (Policía de Investigación del Perú), o las fuerzas de choque llegadas de Lima; ni los heridos y muertos por disparos de la policía, como en el caso de las criminales balaceras de las fuerzas del orden que llegan a producir la muerte del joven chimbotano Genaro Rojas Bardales; ni las marchas populares hasta el Hospital Obrero para rescatar su cadáver, donde la policía acordona e impide acercarse con profusión de bombas lacrimógenas...
Su muerte ocurre el 13 de enero de 1978. Es un joven de 20 años que, herido de bala en el cráneo, muere horas después en el Hospital Obrero.
Por órdenes de Lima no se permite la entrega de su cadáver a la familia, ni siquiera con la petición expresa del Sr. Obispo, de los dirigentes sindicales y de todo el pueblo chimbotano que lo exige.
Ello sólo se consigue después que transcurran 25 días, posteriores a su muerte.
Junto a otros muchos casos de personas heridas, maltratadas, o detenidas; cuando no encarceladas en la saturadísima cárcel de Chimbote, o trasladadas a la infecta prisión de mujeres del Callao, en Lima; el caso de Genaro Rojas Bardales se convierte en uno de los más emblemáticos y llamativos de esas jornadas de lucha popular chimbotana.
Llego a escuchar, a través de la radio local, ciertos comentarios sobre su persona y figura que me estremecen sobremanera.
Sé que incluso consiguen penetrar muy hondamente en las conciencias de oyentes que pueden escuchar a voz en grito: “Cual Cristo crucificado en el calvario de la lucha proletaria, Genaro Rojas Bardales dio su vida por el pueblo”.
El papel que ejerce la Prelatura Apostólica que preside Mons. Carlos Santiago Burke, O.P. y buena parte del clero chimbotano, en general, y el Centro de Intercomunicación Social (CINCOS), más en particular, resultan del todo fundamentales.
Se convierten y transforman en altavoces públicos de las organizaciones populares que encuentran en su seno uno de los pocos canales de comunicación al que se les permite acceder directamente.
También resulta particularmente emotivo para mí el recuerdo del pronunciamiento público que efectúa el Movimiento Sacerdotal O.N.I.S. –al cual estoy profundamente vinculado desde el inicio de mi presencia en el Perú- con motivo de esa tan larga lucha que lleva a cabo el pueblo chimbotano.
Se trata de un pronunciamiento público mediante el cual no pocos sacerdotes seculares, diocesanos, que vienen trabajando desde hace años en sectores populares chimbotanos. hacen llegar a la Asamblea Popular que se realiza en Chimbote el 28 de diciembre de 1977, su voz clara y su apoyo más enérgico.
Transcurridas tres décadas, al margen del ejercicio y la práctica de labores pastorales propiamente dichas, mientras me corresponde dedicar esfuerzos más directos en otros ámbitos de actuación más específicamente políticos (-tienen mucho que ver con la lucha por la libertad, la independencia y el reconocimiento internacional de naciones sin Estado, como es el caso de la mía, la nación catalana, o la quechua, la aymara, la mapuche y tantas otras existentes en el mundo-), el recuerdo y ejemplo recibido del pueblo y la iglesia católica de Chimbote, me sirve de estímulo y acicate intenso que me ayuda poderosamente a continuar en el camino emprendido sin desfallecer...
Hoy en día, cuando los medios de comunicación favorecen y reproducen la globalización que desprende sobre el planeta Tierra una evolución tecnológica que, entre otros efectos, nos permite sentirnos y permanecer mucho más cerca que en épocas anteriores, -como la que aludo en mi escrito-, considero que puede resultar del todo oportuno reivindicar el papel y la iniciativa chimbotana que, siendo pionera en América Latina, establece e implanta un Centro de Intercomunicación Social -CINCOS- allá por los años 70.
Que la celebración del primer centenario del Distrito de Chimbote, al recoger todo cuanto se ha realizado en beneficio del pueblo chimbotano durante ese largo período de su valiosa historia, consiga mantener vivo -sobre todo en las generaciones más jóvenes- el recuerdo estimulante de la lucha incansable por la libertad, la igualdad y la solidaridad llevada a cabo por parte de no pocas personas y colectivos humanos que nos preceden en estas últimas diez décadas.
Mallorca, 1 de agosto de 2006.
"Menjaràs morena, no altres peixos, Menjaràs arròs amb gramenera. Beuràs aigua amb cabotins de la més bruta. Et prohibiran trencar la c i geminar la ela. A poc a poc perdràs la fesomia. A poc a poc perdrà sonoritat la essa. La be i la ve serà un tant se me'n dóna. El so neutre es tancarà com una porta. Acabaràs amb el cos ple d'autopistes.” (Tonina Canyelles, Mallorca, 2008)
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